agosto 25, 2011

De Salamanca a Frankfurt

La música tiene el don de transportarnos a momentos concretos de nuestra vida. Al escuchar una canción puedes recordar un paisaje, sentir aromas, recordar a personas o volver a sentir cosas que te han pasado. Estas sensaciones pueden ser buenas o malas y es por eso que la música es tan poderosa como capsula del tiempo.

Me gustan las aventuras y no hay mejor aventura que un viaje. En diciembre de 2007 la idea era viajar desde Salamanca en el oeste de España hasta Frankfurt am Main en el corazón de Alemania. Como no existen vuelos directos desde Salamanca hacia Alemania, el recorrido de un punto a otro incluía tren, metro, avión y bus.

Recuerdo que tuve que despertarme a las 4 y media de la madrugada para cocinarme unas hamburguesas en Madrid. Terminé de comer y salí de casa a las 5 y cuarto ya que tenía el tren Salamanca-Madrid a las 5:58 am. Era diciembre y era invierno y lo sentía en el cuerpo mientras caminaba. Llego a la estación de trenes, me subo al que me corresponde y veo a una pareja de portugueses tomando un té de un termo. Ambos son morenos, él trae barba y ella tiene ojos grandes y su cabello es muy negro. Vienen desde Coimbra u Oporto, pobres, llevan ya tiempo viajando, pensé.

Durante el viaje hacia Madrid, todo el vagón del tren podía escuchar la conversación de los portugueses ya que el portugués, por alguna razón, se oye más fuerte que el español. Cuando se callaban ella tarareaba canciones o las cantaba bajito y su voz hipnotizaba.

Llegamos a Madrid Chamartín y tenemos que bajar al Metro para ir hacia Nuevos Ministerios y ahí cambiar a la línea 8 para dirigirnos al aeropuerto de Barajas. Yo pierdo de vista a los portugueses como uno pierde de vista a personas que no conoces. Tomo el metro, cargando 14.8 kilos en mi mochila roja, me siento y los vuelvo a ver, están parados. Cambiamos a la línea 8 y están sentados a mi lado. Ella juega con las manos de él mientras canta una canción que reconozco.

Salgo del Metro, subo al aeropuerto, Terminal 1, tengo 3 horas para desperdiciar mi vida en Barajas, pongo la mochila en el suelo, saco una revista o un sudoku y me siento en el piso junto a mi mochila. A los pocos minutos me quedo dormido. Cuando me despierto todo sigue igual, sólo que hay más gente y los veo frente a mí. Son los portugueses que están  comiendo unos sandwiches sentados en el suelo. Siento hambre y saco las hamburguesas que había cocinado en la mañana.

Cuando llega la hora de hacer la fila para poder hacer el check in, veo a los portugueses un poco más atrás en la fila, él me mira y sonría, le correspondo. Me sorprende como van las coincidencias hasta ahora. Es hora de abordar el avión. Por primera vez me toca estar sentado con dos mujeres y ambas son feas. Maldigo a Murphy y sus leyes mientras les sonrío diplomáticamente. Con la decepción de caras de nuestra fila de asientos, todos nos fuimos a dormir.

Bajamos del avión y como no hay ningún control aduanero, respiro profundo y voy caminando sin pensar hasta la calle. Estamos en Frankfurt hahn que está a dos horas y media de Frankfurt am Main. Voy a preguntar cómo tengo que comprar el billete de bus pero el que atiende el kiosko solo habla alemán. El chofer también me habla en alemán pero más alto para que entienda (?) y al parecer apareció mi nińo alemán interior (todos lo tenemos) y pude entender que costaba 8 euros el billete y que tenía que pagarle a él.  Subo al bus. Subo al bus me siento en el primer asiento que veo vacío y veo entrar a los portugueses, esta vez nos saludamos porque nos parece genial la coincidencia. Sin querer viajamos juntos desde Salamanca hasta Frankfurt. Se sientan detrás mío. Yo sigo jugando con el sudoku. Entonces partimos, el chofer pone la radio. Una de esas radios en las que los locutores gritan a los oyentes (vamos, estamos en Alemania) y ponen música variada. Entonces en la radio pusieron a Fergie y su canción 'Big Girls Don't Cry' y la portuguesa se puso a cantarla como alguien que canta algo mientras cocina o mientras revisa algo en la computadora. Su voz melodiasa inundó al bus entero y cuando terminó la canción se quedó callada y no habló más ni cantó otra canción. Como para darnos a entender que ya nos había complacido con su voz.

Bajamos del bus en la estación de trenes de Frankfurt y los perdí de vista. Posiblemente nunca más los vuelva a ver pero cada vez que escuche esa canción me acordaré de este viaje y de esa melodiosa voz.

Fergie - Big Girls Don't Cry

1 comentario:

Laura Brizuela dijo...

Faaa! Tremendo post. Quedé encantada. Muy lindo prólogo.

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