diciembre 21, 2012

Billar

Siempre es bueno volver a La Paz, te reencuentras con la familia y con los amigos, además de retomar costumbres y tradiciones que tenías cuando vivías en esta ciudad.

Una de las grandes tradiciones que tengo con mi papá es la de ir a jugar billar. Comenzó un martes cualquiera en el que se nos ocurrió ir a jugar una noche. Esa ocurrencia derivó en una costumbre de martes y jueves por más de seis meses. Les hablo de hace 5 ó 6 años atrás. Luego me fui del país y extrañé mucho jugar al billar con mi papá. Ahora, cada vez que retorno a La Paz intento al menos ir a jugar billar con él para que la tradición no se pierda.

Es que lo esencial no es darle a las bolas con el taco, lo esencial es la comunicación sin palabras que tenemos al jugar. Jugamos callados, revisando las jugadas y sugiriendo otras. Pero en el fondo, estamos hilando conversaciones muy personales. Jugando al billar y sin pronunciar palabra puedo enterarme que mi papá está bien, que tiene tranquilidad laboral, que está más descansado y que quiere volver a la universidad, esta vez para estudiar Bioquímica porque le apasiona. Él se entera que estoy tranquilo viviendo en Santa Cruz, que mi trabajo está bien y que poco a poco estoy haciendo lo que me gusta.

Esas tradiciones no tienen que perderse, esas tradiciones en las que te conectas con personas más allá de las palabras, más allá de todo, esas tradiciones que te permiten meterte en mundos más allá de este mundo real a un mundo en el que sólo las personas importantes habitan.

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