Los primeros en sacrificar mi cabello fueron los familiares, se daban modos para dejarme la cabellera rubia como la de Carlitos Balá. Dice la leyenda familiar que mi abuelo me cortaba el pelo poniendo un plato en la cabeza, yo prefiero no creer tal leyenda por vergüenza, o la poca que me queda. Cuando nos fuimos a vivir a las playas de Copacabana do Bolivia, era mi abuela cuando llegaba de visita la que me desgraciaba la imagen cortándome el cabello a su gusto. Incluso una vez lo hizo sin lentes y sin luz,, el resultado fue desastroso.
Las peluquerías de mi niñez tienen mucho que ver con mi abuelo. Con él íbamos algún domingo a las peluquerías cerca al cementerio, a esas peluquerías clásicas, las "3 pelos", "13 pelos", "33 pelos"y etc. o a las similares pero con el dígito 7 por delante. Esas peluquerías tenían siempre ese olor especial a peluquería, con sus revistas Condorito para pasar el rato, con los clientes con caras de pocos amigos esperando impacientes a que los atiendan. Recuerdo que siempre me cortaba "media melena sin patilla". El precio era espectacular, 3 Bolivianos por el corte del niño.
Luego comencé ya a ir solo a las mismas peluquerías y pedía siempre el mismo corte. El "pato argentino" me saludaba y trataba de seducirme pero nunca lo lograba. Incluso en la adolescencia cuando mi mamá me daba plata para ir a cortarme el pelo, prefería ir a esos lugares y gastarme lo que me sobraba del corte.
Luego gracias a un primo fui al edificio Santa Anita para que el Peter -dizque novio del direc de mi colegio- ponga sus manos en mi cabello y que me corte. El ambiente era distinto, mucho chisme, mucha risa, el Peter amanerado como es/era paseándose por su local mientras las arpías de sus colegas hablando de sus amores y desamores. La primera vez, al salir de su local miraba mi sombra y no me gustaba, me tocaba el cabello y sentía como se me pegaba con el gel, era espantoso. Al verme en un espejo al llegar a mi casa vi que estaba hecho todo un galán.
Por cuestiones de tiempo y dinero y flojera deje de ir al Santa Anita y preferí cortarme el pelo cerca a mi casa con un pelucas que cada vez que iba me decía cuánto le gustaba mi cabello y lo suave y terso que era. Notaba cierto interés hacia mí, asi que invité a mi primo -más galán- para que caiga en las redes del pelucas.
Luego una prima mía aprendió cortar el cabello y todos eramos sus víctimas o prácticas. recuerdo aquel '97, la primera vez que tuve el pelo largo y la estúpida apuesta del la Copa América. Por qué la gente tiene que apostar el cabello? Mi familia me tenía de un huevo porque "un hombrecito no puede tener el pelo largo" respondía que "Jesucristo también tenía el pelo largo y también era hombrecito".
Luego de vuelta por algún tiempo con pelo corto y luego viaje a España y dejarme el pelo largo. Esta vez ya no tenía el pelo como antes, ahora se ondulaba y parecía cabello de vendedora de CDs piratas, con eso les digo todo, así que a la vuelta de Salamanca corte de cabello y dejarlo así porque me queda mejor.
Aqui en Polonia me corto el cabello en Carrefour, en una peluquería dentro del supermercado. Tengo dos peluqueros del mismo local, el bueno que no pregunta y corta bien nomas, un tipo de 25-27 que ubica que no entiendo un carajo lo que vaya a decir así que calladito hace su trabajo y el segundo, el malo, con brazos completamente tatuados, peinadito emo, flaco pero con panza resaltada que me pregunta todo y yo le respondo nomas a todo como sea, entonces el resultado sale como tiene que salir, un desastre.
Lo bueno del cabello es que siempre crece aunque ahora vaya cayendose mas a menudo, dicen que demuestra hombría, dicen.