Esta noche el hospital se nota más sombrío que de costumbre. En la sala 34 nadie habla, solo se oyen los palillos de tejer de una mujer de 87 años, quien acompaña en silencio a su esposo internado hace varios días por complicaciones en los riñones.
El silencio se rompe cuando el doctor encargado del internado ingresa a la sala y la llama a la mujer para hablar con ella en privado. El doctor se va sin rodeas y le explica a la mujer que su marido ya está desahuciado y que le queda muy poco tiempo de vida, que se prepare para lo peor. La mujer, caracterizada por ser muy fuerte, agacha la cabeza y siente como brota una lágrima por su mejilla. Respira hondo y agradece al doctor lor todas las atenciones.
El doctor sale y ella se cerca a la cama en la que reposa su marido, el hombre que la.acompañó por más de 65 años, para explicarle la situación.
Le dijo que los doctores habían agotado esfuerzos y que su cuerpo, en especial sus riñones, ya estaban muy cansados y que pronto todo su cuerpo dejaría de trabajar.
El hombre cerró los ojos por unos segundos y cuando los abrió le dijo a la mujer que ya sabía que su tiempo en este mundo, en esta vida ya había terminado. Agarró la mano de la mujer, la besó y le dijo que la esperaría, que no se tarde mucho.
La mujer le aseguró que no tardaría y que pronto estarían juntos. Él le pregunto cuántas vidas ya habían vivido juntos, ella le dijo que ya habían vivido por siete vidas.
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