abril 27, 2012

El costo de las protestas

En La Paz, a diario, vivimos marchas, bloqueos, huelgas, protestas, dinamitazos, petardazos y afines. Esto claro para pedir algo, sea justo o no. Pero, ¿nos hemos puesto a pensar cuánto le cuesta a la ciudad todas estas protestas? Vayamos por partes y tomemos en un inicio el costo económico, para luego pasar a uno más subjetivo que es el costo sociocultural.

Para comenzar, si tienes alguna petición y decides marchar, bloquear o hacer huelga, pues estás dejando tu fuente de trabajo libre, lo que implica que no estás produciendo y por ende, pierden tanto tu empresa como tú porque no generan dinero. Multipliquemos a esa persona por doscientos que no fueron a trabajar, si no es más claro.

Si estos doscientos salen a marchar y a bloquear las calles el costo asciende vertiginosamente, porque, el transportista pierde en gasolina y pasajes al no poder moverse en la calle; el transeúnte tiene que caminar y estresarse para llegar a su trabajo, al que llega cansado lo que disminuye su capacidad a la hora de trabajar.

Si los maestros son los que hacen huelga, entonces el costo es mayor ya que los estudiantes no estudian y eso repercute a futuro porque no tenemos gente preparada a futuro.

Los médicos hacen huelga y el costo es humano ya que a causa de esto mucha gente pierde la vida o es mal tratada en los hospitales (caso real que está pasando ahora).

Y claro está el hecho de que cada uno de los ciudadanos de esta ciudad se siente maniatado porque tiene que tragarse todas las protestas.

El mayor costo que se puede ver en las protestas, es que los niños están aprendiendo a exigir las cosas a punta de medidas de presión, entonces estamos cayendo en un círculo del que no vamos a salir y del que seguiremos sufriendo porque no encontramos aún la fórmula o la forma de pedir lo que es justo sin perjudicar al prójimo.

Un dato aislado, el blog ya pasó las cien mil visitas, gracias a todos y todas que pasaron por este espacio.




abril 11, 2012

Nowhere Man

Hubo un momento en mi vida en el que la solución más sana era desaparecer del mundo al que pertenecía y buscar nuevas y mejores perspectivas. En realidad estaba buscando una forma y un espacio en el que pueda reencontrarme conmigo mismo. Entonces, aunque suene inverosímil, Polonia surgió como una opción poco ortodoxa pero que implicaría esfuerzo y mucho empeño para poder lograr alcanzar una vida sana.

Si bien al principio todo estaba cuesta arriba, con el tiempo pude alcanzar varias metas que me había trazado y y al final pude lograr dominar mis miedos y pude alcanzar las metas planeadas. Es así que de cierta forma, vivir en Polonia dejó de sentirse como un reto y comenzaron a surgir problemas externos que me hicieron repensar mi situación y tomar una decisión.

Sigo considerando a Polonia como un lugar impresionante para vivir, por la gente que se preocupa por uno para sentirse como en casa, los paisajes, la comodidad, el estilo de vida y la tranquilidad de su gente. Simplemente mi tiempo en aquel país había terminado y ya se divisaban nuevos retos, unos más complicados.


Se quedan en mi corazón todas las personas a las que tuve la fortuna de conocer, todas las conversaciones, las risas, los recuerdos, las experiencis, las postales que mi mente me trae a cada instante y la sensación de sentirme un poco parte de esa tierra.

Ahora camino con rumbo, estoy más cerca de los míos, en un país que necesita de mucha gente que desestructure los esquemas decimonónicos con los que aún mucha gente dirige su vida. Este país necesita que le hagamos el amor y he venido a colaborar con esa labor.

Chau polonia, nos veremos pronto. Hola Bolivia, preparate.

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